lunes, 21 de julio de 2008

Plataforma del Teatro en Madrid

Nueva York, Londres, París, Tokio, Milán, Berlín… Las grandes capitales del mundo son también las grandes capitales del teatro. ¿Puede alguien describir la vida cultural de estas ciudades sin mencionar Broadway, el West End, la Comedie, la Schaubuehne, el Piccolo, etc. El teatro es sin duda una característica específica de las grandes capitales, lo que las diferencia de las ciudades sometidas culturalmente, incapaces de irradiar cultura, de generar patrimonio artístico, limitadas a un seguimiento manso de las líneas que desde fuera se le imponen.


Madrid, que en su día fuera una de las grandes capitales de la cultura, y naturalmente del teatro, la ciudad que lanzó a Lope, a Tirso, a Calderón, y en el pasado siglo a Benavente, a García Lorca, a Valle Inclán, a Buero Vallejo, ha descuidado peligrosamente ese patrimonio histórico, quizá porque hasta hace muy poco tiempo lo controlaba en régimen de monopolio. El teatro español era Madrid y poco más hasta ayer.


Sin embargo, esta situación ha cambiado desde la descentralización que supuso el Estado de las Autonomías, desplegado a partir de la Constitución Española. Afortunadamente, hoy en día, el teatro español está implantado en muchos lugares de nuestra geografía, auspiciado por sus correspondientes administraciones locales, lo cual ha traído consigo una compleja realidad cultural.


Esta nueva situación ha supuesto cambios sustanciales en la escena profesional a los que pocos han sabido adaptarse: en primer lugar los propios profesionales afincados en Madrid, que hemos preferido aislarnos y afrontar nuestra propia supervivencia artística de forma individual al tiempo que asistíamos a la progresiva desarticulación de un tejido formado por teatros, salas alternativas, productoras, compañías, profesionales de la escena y público.


Por su parte, las instituciones madrileñas tampoco se han mostrado capaces de propiciar una mínima vertebración del sector, no han querido o no han sabido invertir culturalmente en estructuras para que la creación escénica pudiera desarrollarse con normalidad en este nuevo marco reduciendo su actuación de forma casi exclusiva a iniciativas institucionales, sin entender que la creación artística excede ampliamente dicho ámbito.


El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, ha preferido centrar sus esfuerzos en una exquisita y variada programación de sus teatros municipales con espectáculos de muy diversa procedencia y, no menos diverso, resultado artístico. Una especie de festival permanente al que nada habría que objetar si no fuese porque constituye la única apuesta de relevancia de la política teatral de la Concejalía de las Artes.


De igual modo, la Comunidad de Madrid ha apostado de forma decidida por el Festival de Otoño, un acontecimiento teatral de primer orden del que cada año nos beneficiamos los espectadores madrileños pero que, dadas sus fechas y la apabullante publicidad institucional desplegada, anega completamente el resto de la oferta teatral madrileña. La Comunidad de Madrid, lejos de buscar un deseable acomodo del Festival dentro del panorama teatral de la ciudad, ha optado por ignorar o competir con ese otro gran evento teatral que cada año tiene lugar inmediatamente después del verano: el inicio de la temporada.


La Comunidad sostiene también un plan de ayudas al teatro privado mediante una convocatoria de subvenciones a productoras y compañías, así como una Red de exhibición por numerosos teatros. Se trata de dos bienintencionadas iniciativas a todas luces insuficientes para hacer frente a las necesidades del sector. En el caso de las ayudas, debido tanto a la nimiedad de las partidas presupuestarias como a los inopinados criterios en la aplicación de las normas legales establecidas para su reparto. Y en el caso de la Red, a las arbitrariedades derivadas de un sistema que delega los criterios de selección de espectáculos en cada programador local, cuyas preferencias personales o de sus superiores jerárquicos se convierten en las directrices básicas de la política de distribución teatral.


Esta situación de incertidumbre y falta de definición en la gestión de nuestro teatro ha hecho surgir la Plataforma del Teatro en Madrid: una agrupación independiente que convoca a los profesionales de los diversos ámbitos de la creación escénica para promover un cambio drástico en las políticas llevadas a cabo en los últimos años por los distintos responsables culturales, con independencia de su adscripción política.


Demandamos a las instituciones locales y autonómicas que asuman la función de favorecer, impulsar y promocionar las iniciativas teatrales surgidas de la sociedad, sin que ello implique intervenir en los contenidos creativos, ni luchar contra éstas en competencia desleal. Reclamamos, pues, una decidida voluntad política de apuesta por un nutrido grupo de profesionales que, a pesar de las circunstancias, aún da muestras de un incuestionable vigor artístico, en ocasiones más reconocido fuera que en su propio lugar de trabajo.


En consecuencia, creemos que es necesaria la creación de un instrumento de coordinación entre el Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y los profesionales del teatro para elaborar conjuntamente nuevas medidas necesarias para la reestructuración del teatro de Madrid sobre los principios de la no competencia entre instituciones, y la no competencia de éstas con la iniciativa privada.


De este modo, la profesión teatral junto con sus instituciones deberá establecer, entre otros asuntos, las líneas generales de las ayudas económicas a productoras, compañías y locales de exhibición, los criterios de programación y calendario de los festivales y demás eventos de similar relevancia, los principios que deben orientar el funcionamiento de los teatros públicos madrileños, las condiciones de colaboración de las instituciones con los locales de exhibición privados, las propuestas de intercambio artístico con otros ayuntamientos y comunidades de España, las pautas de actuación que favorezcan la promoción y desarrollo de nuevos creadores y nuevos públicos, las políticas de impulso del teatro infantil y juvenil, los criterios encaminados a dotar de estabilidad a las compañías y a los creadores teatrales, etc…


Madrid aún está en condiciones de volver a ser una de las capitales europeas del teatro; puede y debe conciliar su condición de gran exhibidora del teatro foráneo con la atención, el fomento y el desarrollo de su propia creación escénica. Ante el hecho de que la dinámica actual convierte a muestra ciudad en un mero recinto ferial de espectáculos en tanto su propio tejido teatral se asfixia por una indolencia generalizada, los profesionales que suscribimos este documento hemos decidido unirnos para evitarlo.


Invitamos a los compañeros que compartan estas inquietudes a integrarse en esta plataforma y completarla con sus aportaciones.


Madrid, 12 de junio de 2008

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Ernesto:
En mas de una ocasion nos hemos encontrado colaborando, yo en alguno de tus espectaculos, especialmente producidos por la oficialidad.
Soy director de teatro y catalan de nacimiento, pero me considero madrileño pues llevo viviendo en Madrid mas de treinta Y cinco años; mi obra como director y escenografo se ha desasrrollado fundamentalmente en Madrid y suscribo absolutamente cuanto se dice en tu escrito.
Me considero, como creador, absolutamente madrileño y me felicito a mi mismo por mi procedencia que entre otras cosas me ha dado un conocimiento del idioma catalan que me permite entender profundamente dicha cultura. Pero tambien me ha dado el poder ser critico cuando veo los errores que en la cultura catalana se producen, y no solo en la cultura, en todos los aspectos ...
Y en el ambito teatral, la cultura catalana adolece de muchas carencias que tanto ellos, como los que podemos observárlas desde fuera y lejos, no somos capaces de plantear abiertamente, a pesar de tener (y es una impresion subjetiva) una vision bastante certera sobre el asunto.
No es aqui y ahora el lugar adecuado para establecer este debate, pero seria bueno que nos lo plantearamos como un hecho importante y transcendente.
Aqui, como antes te decia, es el lugar donde quiero que quede constancia de que asumo tus palabras, al igual que los compañeros que las han suscrito, que me siento plenamente identificado con ellas y decir que me teneis a vuestra disposicion para cualquier debate que se plantee al respecto, entendiendo que todo debate ha de producírse dentro de un marco de honestidad, aprecio y respeto absoluto por aquello que se vaya a debatir aun estando en posiciones opuestas.
Haced con este escrito lo que creais conveniente, ya que se de antemano que lo utilizareis para hacer de el un buen uso en aras dela convivencia, de la creacion y del teatro...
Gracias Ernesto.

ANTONI AL·LÉS
Socio de ADE desde su fundación.

Anónimo dijo...

Queridos amigos, Fermín, Ernesto, Pepe, Jesús, Enrique, Juan... desde el profundo esceptecismo (lo siento) que me provoca el haber acabado recluido en el exilio interior de mi despacho, económicamente asfixiado después de haber dirigido tres compañías de esta ciudad y escrito y dirigido espectáculos que han llenado teatros, recibido magníficas crírticas, salido a correr mundo hasta en seis idiomas diferentes, e incluso cosechadoi algún que otro premio, leo con alegría y sorpresa vuestro manifiesto al que me adhiero totalmente. Al menos sigue habiendo alguien que intenta de nuevo una solución. La enésima. Escepticismo no es derrotismo, así que contad conmigo para lo que queráis. Estoy con vosotros y os mando un fuere abrazo

vikingonavegante dijo...

No hay que olvidarse, estimados amigos, de situaciones verdaderamente vegonzantes tales como que el Sr. Emilio Hernández director del Festival de ALmagro, se contrate él mismo para exhibir su espectáculo en Almagro, elegir los días que quiera y pagarse las cantidades que considere oportunas. También de los centros dramáticos nacionales que calcan los comportamientos endogámicos y de dudosa entidad que tan bien se describen en la plataforma del teatro en Madird, ¿cuantos directores o autores o actores han trabajado durante estos cuatro años del psoe en el gobierno? Algunos como Ernesto Caballero han hecho hasta triplete en la cartelera de los teatros nacionales, así es que yo también os sugiero que ampliéis el espectro de crítica y debate al ámbito del Ministerio de Cultura que adolece de los mismos vicios y corruptelas que mencionáis. Espero que mi comentario sea bien acogido, valorando vuestra iniciativa de manera muy oportuna. Y en lo que pueda colaborar, contar con mi desinteresada colaboración. Un abrazo, Adrián Daumas (productor y director en el banquillo y a la espera)

Salvador Enríquez dijo...

Con mis deseos de éxito y renovación del "sistema".

vikingonavegante dijo...

FESTIVAL DE ALMAGRO INTERVENIDO O YO SOY TODO
¿Cómo es posible que el patronato del Festival deTeatro Clásico de Almagro, o el mismo Ministerio de Cultura permita que el director del mencionado festival,Emilio Hernández se contrate a sí mismo, escoja los días que quiera, y vaya uno a saber lo que se pague él mismo por su espectáculo en Almagro?
Creo que su actuación por tal motivo deteriora la imagen de un festival de prestigio como es el de Almagro. Y pone de manifiesto una falta de ética total por parte del Sr. Emilio Hernández. Entre la profesión teatral este tipo de censurables chapuzas se airea y se debate con la boca pequeña, pero pocos son los que se atreven a reprobarlo públicamente, por mi parte que no quede, es más agrego lo siguiente: Creo que con este personaje, aficionado a los cócteles en embajadas nórdicas para presentar el Festival de Almagro, ha bajado drásticamente el nivel de calidad de las producciones y se ha declarado el rey del mambo, para con su calvo dedo ponerse cual tirano y dar largas a las compañías o sólo apañar a las compañías que nunca habían hecho un clásico en su trayectoria. O que sea la antigua secretaria del Festival de Almagro la que se dedique a programar, o que el equipo técnico lleve lastrando el Festval de Almagro con sus tejes y manejes y sus dictatoriales métodos de tratar a la compañías que exhiben en Almagro sus espectáculos, o de que parte del equipo técnico firme espectáculos que se presentan en Almagro, ¿Cómo puede la misma empresa técnica estar detrás del Festival casi doce años? Cuando lo ideal siempre es pasar el relevo a otras empresas y que el festival no dependa técnicamente de la misma empresa. Pero para casos el de Emilio hernández director del Festival de Almagro, que se contrata él mismo para exhibir su espectáculo en Almagro, elegir los días que quiera y pagarse las cantidades que considere oportunas. Olé eso sí que es un discurso ejemplar y predicar con el ejemplo, o sea puro nepotismo, ¿Lo habrá aprendido de los clásicos o es que ideológicamente el Sr. Emilio Hernández pertenece a lo que antiguamente se llemaban "comisarios culturales" ? O sea un verdadero desastre. En vez de estar al servivio del festival su papel ha sido que las compañías tenían que estar al servicio de su director, esperar sus plomizas explicaciones de que -Ya veremos- y aguantar su palabrería vacua de lo que tiene que ser ( pero no ha sido) el Festival de Almagro, en fin, el poco respeto que podía tener lo ha dilapidado ejerciendo de cacique del festival y llenándose sus bolsillos con el dinero de los contribuyentes. Pero quizás debamos parte del nombramiento de Emilio Hernández, a la ex ministra de cultura Sra. Carmen Calvo y todos sabemos que no fue una lumbreras . Y ahora para mayor desfase del personaje también autoprogramarse en el Festival que el dirige, darse (él mismo) el máximo de días en la programación y supongo que ponerse el precio por su espectáulo que el considere apropiado, o sea el no va más del nepotismo que sufrimos hace ya cuatro años, por no mencionar que hay compañías que llevan hasta dos espectáculos (caso de Helena Pimenta), como si no existiesen otras opciones. En fín como dice....... Emilito: Yo soy clásica, y le quedó por decir también: Yo soy todo.
Sólo espero que si en algún momento al Ministerio de Cultura se le ocurre redactar un código de buenas prácticas, este tipo de chapuzas sea desterrado como prioritario también debería ser que un mismo director de un centro estatal no pueda por ejemplo, firmar la versión que dirige, o que trabaje para la empresa privada mientras ejerce el cargo (caso de Eduardo Vasco), en fin, si por sus gestiones los conoceremos, estos cuatro años de algunos cargos en los teatros nacionales han sido de tierra quemada.

http://teatroculturaopiniondaumas.blogspot.com/

vikingonavegante dijo...

¿Un nuevo nepotismo en la Compañía Nacional de Teatro Clásico?
Otro vendrá que bueno te hará
O
¿Un nuevo nepotismo en la Compañía Nacional de Teatro Clásico?

Esta carta sólo pretende ser una manifestación de sorpresa por lo que está pasando en estos momentos en la CNTC. Creo que todos esperábamos un cambio . Y también, que Eduardo Vasco, su actual director, poco a poco, nos traería nuevos aires y otros fundamentos. Fue recibido, y me incluyo en las reacciones, con cierta ilusión y grandes expectativas. En aquellos días la CNTC era un batiburrillo de montajes sin una línea artística definida, aunque eso si, con la riqueza que siempre da ver montajes de diferentes directores.

A día de hoy, y pasados casi dos años de su nombramiento sólo vemos, no sin cierto estupor y con gran desilusión, que ha transformado la compañía en su propio feudo, en un pequeño fuerte de amiguetes, que no casa de ninguna manera con lo prometido por el gobierno actual. A no ser que nos quieran recordar otras épocas menos afortunadas en pluralidad y diversidad, que, sin embargo, parecen traer a la memoria, con esta política, algunos altos funcionarios del actual Ministerio de Cultura, empecinados en un proyecto que a día de hoy, y en estos tiempos que corren, están desfasados y son innecesarios.
En menos de año y medio Vasco ha dirigido tres obras, ha firmado casi todas las versiones ( lo que significa llevarse al bolsillo el diez por ciento de taquilla en un teatro nacional), y sólo parece que llama a sus amiguetes más cercanos. Los datos no mienten, y casi no ha hecho audiciones abiertas para contar con otros actores, o como él manifiesta en este momento, que es parte de su discurso, para “formarlos” en su “método” para que, debidamente uniformados, puedan acceder a trabajar en la CNTC., etc….Me gustaría recordarle las palabras que en una conferencia a finales de marzo del 2004 mencionó con respecto a la CNTC en Almería: -democratizar la compañía, contar con los maestros, y con aquellos con una experiencia demostrada de más de diez años dedicados al teatro clásico y no hacer piñas o piñatas de amiguetes “and company”. Pero quizás ya no las recuerde, o crea que, en su lugar, dijo otras; suele pasar…Creo que la sociedad y el teatro en particular ha evolucionado mucho desde la etapa de Marsillach ( su huella y su herencia es admirable, como lo han sido sus montajes) y que mimetizar o poner como ejemplo aquellas épocas es una gran equivocación, y me refiero, especialmente, a no dar juego a otros directores, versionistas, escenográfos, iluminadores actores etc.. Y en este momento puedo dar el ejemplo opuesto a la CNTC: el CDN. Bajo la dirección de Gerardo Vera ha hecho una verdadera apuesta, no sólo de cara a la galería, sino de lo que debe ser un director artístico en un Centro Nacional: pluralidad de voces, creadores diferentes y divergentes, equipos artísticos ejemplares, en definitiva, ha democratizado una casa que era no ya un feudo, sino un fuerte. Cómo sería aquella etapa que ya nadie recuerda al Sr. Pérez de la Fuente a la cabeza (el solito), sin olvidar que el Sr. Vasco fue de los pocos (vete a saber por qué) que “montó” en aquella casa cerrada a cal y canto. En éstas épocas, actitudes de volver a un monopolio cultural es amoral y éticamente reprobable, ¿Qué mensaje le quieren dar a los directores jóvenes con estos ejemplos? Que el monopolio sólo es una cuestión de cultura. Por no hablar de los directores que se están formando en las escuelas institucionales (en la tan mentada y pasada época de CNTC ni siquiera existían los estudios de dirección). La CNTC no puede ser un ámbito cerrado y/o que funcione por intereses donde se mezcle lo personal y “el todo lo hago yo”: la endogamia más recalcitrante y el amiguismo de peor calado; y estos se mezclen con los intereses institucionales de exhibición e intercambio o trueque de montajes bajo la batuta del Ministerio de Cultura. Debe ser algo más. Un espacio permeable a otros directores, versionistas, actores, escenógrafos, músicos etc.. Un teatro rico en propuestas y nombres. Arriesgado en la forma y en el contenido. Y por supuesto, tener un proyecto artístico plural y democrático. En este momento no lo es. ¿Es esta la compañía que deseaba el Sr. Eduardo Vasco?, pues que sepa que no es la que, con ilusión, esperábamos muchos. Ahora, puestos a recordar, recuerdo que en menos de dos años pasaron por esa casa directores tales como Calixto Bieito, María Ruiz, Miguel Narros, José Carlos Plaza, Josep Font, y un largo etc. Con resultados desiguales, pero al menos despertaban la curiosidad mejor intencionada y se quiera o no el público acogía muy bien el cambio de sello, la novedad o el riesgo, o los viejos maestros. ¿Es que ahora sólo podremos ver montajes del Sr. Vasco? Y con cuenta gotas, de otros directores, aunque siempre de la familia más cercana al director. No pongo en duda su talento, sólo cuestiono un modelo que está desfasado y que pide a gritos permeabilidad, apertura, pluralidad de voces y aproximaciones, individuos con otros ideales artísticos y/o sociales, de la materia del que está hecho el teatro, que no es monocromo, y romo, sino todo lo contrario. Dudo mucho que la estimada Ministra de Cultura sepa lo que está pasando en el CNTC, porque estoy convencido que no resistiría el mínimo análisis de cómo están transcurriendo las cosas es esa casa, y espero, con la mejor de las intenciones, que Eduardo Vasco vaya, poco a poco, rectificando esta política monocroma y endogámica. Y ya son mucha las voces que empiezan a protestar con el actual planteamiento de la CNTC. Insisto, es un planteamiento que no acepta la diversidad y que hace, por mucho que me pese (y es de justicia decirlo), echar de menos a los anteriores directores de la CNTC.No se entiende que el PSOE que ha legislado, y lo ha hecho muy bien, la ley de incompatibilidades de los altos cargos, permita, en cultura, desempeñar varios cargos en simultáneo, ¿Es que no existe gente capacitada para diversificar los cargos? ¿O es que quiere concentrar el poder para así controlarlos más y mejor?Quizás con esta carta, espero que no sea así, si no se confirmarían mis peores temores en cuanto a la actual política cultural, y a los responsables de las artes escénicas en particular, se me cerrarán puertas, ya se sabe que la crítica nunca es bien recibida por los que ejercen esas pequeñas "parcelitas de poder" (y por aquellos que les han otorgado la parcela) que les da poder de decisión sobre otros. Da igual, en otros ruedos más difíciles he toreado. Y continuaré luchando por lo que creo que debe ser el teatro en un país con una gran tradición teatral y mucho talento joven, y no tan joven, que ofrecer. Y da la casualidad que cuando más se me han puesto dificultades, y algunos obstáculos “institucionales”, es donde mejor he evolucionado personal y profesionalmente, y me ha servido para afianzarme en mis convicciones (que desde luego no han funcionado por intereses cretinos o cínicos, de recibir o no esas llamadas “subvenciones” o ser programado en determinados teatros con afinidades políticas al servicio del poder). El silencio o callar ante situaciones que solo llevan a la desilusión y la asfixia de las nuevas generaciones es de otros. El que actúa bajo intereses de qué recibir, o a cambio de qué, ese tiene poco que contar en el teatro. Las grandes historias se cuentan con convicciones y no sin cierta dosis de rebeldía. Y siempre por encima del poder político del momento, o de sus peores gestores, que creen que con su dedo acusador pueden quitar, poner o dar, (los mesiánicos y demagogos, de un cargo tan frágil como sus convicciones).Sé que muchos en la “profesión”comparten estas opiniones, y que por lo que sea no se manifiestan, a mí me gustaría insistir que no hay que dejar pasar el tiempo ( ahí están nuestros amigos del tan maltratado cine) y que si hay algo que verdaderamente consideramos un desatino o una verdadera injusticia, no sólo porque lo pagamos con nuestros impuestos, sino que atañe a todos, no hay que dejar pasar la posibilidad de manifestar el descontento, la desilusión y si es necesario movilizarse. Todavía se está a tiempo de arreglar la situación, aunque, si ante situaciones como las descritas anteriormente y a pesar de no estar de acuerdo continúan, es entonces cuando se es un cómplice más de esta situación en la que las generaciones más jóvenes vamos viendo como los peores ejemplos van aflorando y perpetuándose en un panorama cada vez mas pobre y encerrado en si mismo. Las cosas se cambian sólo si consideramos que nunca existen intereses a cambio, sino que manifestamos nuestra voz con civismo y con atino.Esto solo es una “cartita”, y no tengo ánimo de ofender a nadie, pero creo que todo aquel que dirige una institución del estado, con fines públicos y sociales, tiene que encajar la crítica, y si existe algo de verdad en esta, intentar cambiar para mejorar el interés de todos cuantos formamos este mundo de las “artes escénicas”. El teatro es eso, cambio, y no entiende de actitudes dóciles frente a un poder que quiere controlarlo todo a cambio de nada.

Adrián Daumas

vikingonavegante dijo...

A los anónimos que dejan su comentario:
Creo que cualquier opinión es válida mientras no se esconda en el tan manido y facilón Anónimo.
Por lo tanto, creo que es valorable todas aquellas opiniones con nombre y apellido. Las otras, al no identificarse el que las hace, son de dudoso calado.

pedro segura dijo...

Los Empresarios de toda vida, se alían contra el teatro público. Ellos que se llevan la mayoría de las subvenciones del Ministerio de Cultura, arremeten ahora contra lo único bueno teatralmente hablando que queda en Madrid. Se creen con algún derecho estos señores y sus lacayos en hablar en nombre de la profesión que explotan.
¿No ganan ya el suficiente dinero con sus subproductos comerciales para ahora dárselas de defensores del teatro?. Simplemente sois intermediarios, mercaderes que contáis el número de butacas y no la calidad de la obra de arte. Mejor os calláis, y no critiquéis a quien lo hace mejor que vosotros.